Para las diferentes comunidades indígenas prehispánicas, los conceptos de paraíso y de infierno, variaron de acuerdo a su cultura, aunque hay elementos que son semejantes. En este caso sólo nos referiremos a la cultura azteca.
El lugar a donde iban los muertos era determinado por el tipo de muerte y a la ocupación que en vida habían tenido las personas.
A Tonatiuhichan (la casa del sol) iban los guerreros que habían muerto en combate o en la piedra de los sacrificios. Los combatientes, tanto vencedores como vencidos, son los elegidos por el sol para formar parte de su séquito y vivir en el paraíso.
Las mujeres muertas en parto van al paraíso llamado Cincalco (la casa del maíz). Se creía que aparecían por las noches en forma de fantasmas y era de mal agüero para las mujeres y los niños. Estos seres fantasmales se les nombraba Cihuateteo (mujeres diosas) y las representaban llevando por cabeza una calavera y con manos y pies provistos de garras.
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